Anoche, de nuevo, el sonido de la primera nota me produjo esa sensación tan especial e inconfundible, que se asemeja a una ola emocional que recorre todo el cuerpo y se hace presente en cada una de las terminaciones nerviosas. Una producción de endorfinas indescriptible.
Sólo uno de los grandes puede crear semejante festín de evocaciones, el virtuoso pianista y espléndido director de orquesta, el maestro Daniel Barenboim.
Una vez más, logró reunir a miles de personas para disfrutar de su arte. Esta vez, dirigiendo a la orquesta creada por él y el intelectual palestino Edward Said, la Orquesta West-Éastern Divan. Nacida como taller “musical, intelectual y humano” para jóvenes músicos de Israel y otros países de Oriente Medio, utilizando la música como vehículo para el acercamiento entre culturas tradicionalmente rivales y, posibilitar el desarrollo de sus habilidades musicales. La base de la orquesta la componen músicos árabes e israelíes acompañados de músicos españoles, con notable presencia andaluza.
Fuente: Fundación Barenboim-Said |
Una vez finalizado el periodo de trabajo, se inicia la gira de la orquesta, denominada West-Eastern Divan haciendo referencia a una colección de poemas de Johann Wolgang von Goethe. Como explican los propios fundadores “fue uno de los primeros alemanes verdaderamente interesado en otros países, llegando incluso a aprender árabe con más de 60 años”.
Las primeras ediciones tuvieron lugar entre Weimar (Alemania) y Chicago (EE.UU.) hasta que, en 2002 (mismo año en que los fundadores recibieron el Premio Príncipe de la Concordia), se estableció en Sevilla con la ayuda inestimable de la Junta de Andalucía, a la que está profundamente agradecido el maestro argentino-israelí (y con ciudadanía palestina honoraria) por el apoyo dado, sobre todo, a actividades de educación musical y actividades en Palestina e Israel. Lo que significa que “Andalucía, e indirectamente España, es el único país que hace una contribución clara y concreta por el desarrollo de la vida intelectual en Palestina”.
Fue en julio de 2004, cuando se creó la Fundación Pública Andaluza Barenboim-Said (con este concierto se ha celebrado su décimo aniversario), que cada año concede becas a músicos, especialmente capacitados, para estudiar en Europa o en EE.UU.
Desde el pasado día 12 de enero, este grupo de jóvenes músicos ha estado realizando, en el Hotel Vértice Aljarafe de Bormujos –Sevilla- , su taller de convivencia y los ensayos para preparar la versión en concierto del drama musical, la ópera “Tristán e Isolda” de Richard Wagner, con la presencia de cinco solistas de primer nivel. Elección que trajo cola cuando la interpretó en Israel, tachándolo de “fascista y pronazi”. Por lo que tiene un valor significativo, pues lo aleja de cualquier carga de disfemismo.
Aprovecho, asimismo, esta
oportunidad para reivindicar, desde este humilde rincón, la candidatura de
Daniel Barenboim al Premio Nobel de la Paz.
“Anhelo que mi nueva condición sea un ejemplo de coexistencia palestino-israelí. Creo que los destinos de los pueblos israelí y palestino están inexorablemente unidos”.
Daniel Barenboim
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