martes, 14 de enero de 2014

CASA HUNDERTWASSER-KRAWINA: VIVIR DENTRO DE UNA OBRA DE ARTE

Siempre he afirmado que un viaje comienza en el mismo instante que se planifica. Tengo la costumbre de leer todo lo que pueda acerca del lugar que voy a visitar.

Cuando viajé a Viena, debido a la carga de trabajo, no leí todo lo deseable y dejé algunos “hilos sueltos”. Sabía algo acerca de Friedensreich Hundertwasser; pero, lo asociaba a Alemania. Ni me imaginaba la historia que había tras este peculiar artista, de ascendencia judía, que se salvó de morir en el Holocausto gracias a que su madre lo alistó en las Juventudes Hitlerianas. Pero, no me extrañó la influencia de Egon Schiele y Gustav Klimt en su trabajo.
Cuál fue mi sorpresa cuando, en el trayecto a Viena, en mi documentación preparada, pude leer acerca de esta construcción, situada en Kegelgasse 34-38 del distrito 3.
Se trata de un complejo residencial municipal, construido entre 1983 y 1986, cuyo proyecto fue propuesto por el alcalde de Viena, Leopold Gratz al propio Friedensreich Hundertwasser, quien lo estructuró (nunca cobró por el diseño de las Hundertwasserhaus); pero, fue el arquitecto Joseph Krawina el que lo planificó y dirigió.

Este arquitecto y catedrático de la Universidad Técnica de Berlín, ya jubilado, mostró interés desde muy pronto por la construcción ecológica, el ajardinamiento de techos y el enfrentamiento científico con los principios de la física de la construcción.

La fachada

Desde el mismo momento que te adentras en la calle Kegelgasse, se vislumbra un edificio que destaca por su colorido y su vegetación. Una vez te enfrentas a él, como si de una colcha de patchwork se tratase, se perciben distintas superficies rojas, azules, amarillas y grises formando un conjunto multicolor. Los miradores, los balcones, los “árboles inquilinos”, las aplicaciones de cerámica y de espejo; así como, los diversos tipos de ventanas le dan a la fachada esa apariencia característica.

Hundertwasser pretendía que los habitantes pudieran identificar su apartamento también desde el exterior, por lo que cada superficie colorida y diferente marca cada una de las viviendas. Además, están enmarcadas con líneas oscuras y cenefas de mosaicos para delimitar los apartamentos con una mayor claridad aún.

Las superficies grises de la fachada representan las áreas de la casa accesibles para todos: los cuartos de juego de los niños, las escaleras y pasillos, el jardín de invierno, los locales comerciales y el Café Terraza, adornadas con azulejos de espejo que reflejan los rayos del sol y producen interesantes efectos de luz.

El paso del tiempo, las inclemencias meteorológicas y el hollín han dejado su impronta, dejando de relucir con los colores primitivos, después de 30 años de existencia.

Joseph Krawina realizó estudios sobre la posibilidad de combinar materiales de construcción antiguos con nuevos. Quiso llevarlo a la práctica en este proyecto; pero, debido a factores económicos, no fue posible. Sin embargo, Hundertwasser decidió diseñar una parte de la fachada con el estilo antiguo, ya que creía que “la parte antigua era, asimismo, el centro de la casa, el punto de partida para el nuevo edificio”.
 
Las ventanas

Hundertwasser abogaba por el “derecho a la ventana”. Opinaba que cada inquilino debía tener el derecho a rascar los muros alrededor de sus ventanas hasta donde le alcanzara el brazo y a pintar ese trozo con pincel y colores a su gusto (ningún inquilino ha hecho uso de él todavía…).

Las ventanas no están colocadas en fila, como de costumbre; sino que, están dispuestas en los muros por una aparente  obra del azar. Hundertwasser diseñó ocho tipos de ventanas para este edificio, dependiendo de la planta en la que iría colocada y la cantidad de luz que necesitase cada habitación. Por lo tanto, en las plantas más bajas, con poca incidencia de luz, se colocaron ventanas de mayor tamaño que en las de plantas superiores. Algunas de ellas, están enmarcadas con listas de colores y otras, están enclavadas en bóvedas de cerámica para mayor cohesión estética.


Diversos elementos decorativos
Existe diversidad de elementos muy significativos en la decoración de este edificio. Dando a la Calle Kegelgasse, hay colocados unos bolos de cerámica de color, pues ese es el significado de su nombre. Del mismo modo, desde la Calle Löwengasse (calle del León) se pueden apreciar las figuras de unos leones. Las coronas de los muros de los balcones y terrazas están adornadas con elementos esféricos de piedra y estatuillas clásicas.

Como cabría pensar, las columnas no sólo cumplen una función de apoyo y de transmisión de fuerza, también tienen un fin decorativo, de líneas redondeadas y alegres colores.
                                                        
 La mayor parte del edificio se construyó en ladrillo. Solo una mínima parte (bóveda del portal o los entretechos) están hechos de hormigón. Por aquellas partes de muro que pertenecen visibles es utilizaron ladrillos antiguos provenientes de casas de derribo y llevan grabado el escudo imperial. Al igual que los mosaicos, que fueron compuestos con restos de azulejos, pudiéndose descubrir incluso, fragmentos de lápidas históricas en diferentes partes del suelo.

Son los mosaicos junto a las formas biomórficas los que me recuerdan tanto al trabajo del arquitecto catalán Antonio Gaudí. Todo el edificio está adornado con mosaicos y cenefas, tanto por fuera como por dentro, incluso el aparcamiento subterráneo presenta diversos motivos florales y cada plaza está marcada con cenefas verticales en las paredes.

En el arte de Friedensreich Hundertwasser está presente la espiritualidad. Por lo que, diseñó torres con cúpulas en forma de cebolla para mostrar que en cada hogar habita Dios.

“Epidermis Arquitectónica”: conjunción del exterior con el interior.
Así es como proclamó Friedensreich Hundertwasser, en su “Manifiesto contra la arquitectura” –Viena, 1968- el derecho que tiene un ser humano a poder diseñar todo el perímetro de su casa, su “tercera piel”, como él la denominaba; pero, respetando a los vecinos y a la estabilidad del edificio. Lo que en cualquier edificio está prohibido, como pintar las paredes de los pasillos comunes, aquí han sido pintados y garabateados por niños.

Vivir en la Casa Hundertwasser-Krawina es como estar dentro de una obra de arte  y en una atracción turística. Está compuesta por un total de 50 viviendas, cuyas dimensiones estriban entre los 30 m2 y  los 150 m2, pero solo un grupo pequeño de ellas cuenta con acceso directo o indirecto a una terraza propia. Los suelos  y paredes de las habitaciones son, contrariamente a los de los pasillos, planos y rectos para que los inquilinos puedan amueblar sus apartamentos con muebles convencionales. Originalmente, para los suelos se utilizaron tablas de madera tratadas con cera de abejas.

El diseño de los cuartos de baño se realizó según las ideas de Hundertwasser. Éste opinaba que el diseño reticular de recintos embaldosados con regularidad impide que el ser humano se encuentre a sí mismo, por ello los azulejos de los cuartos de baño deben ser embaldosados irregularmente, con incrustaciones de ladrillos de vidrio transparente, a través de los cuales se puede ver. En la selección de la grifería, se hizo también hincapié en una individualización máxima.

Uno de los recintos comunes más placenteros, con el que cuenta el edificio, es el jardín de invierno. Desde fuera se puede reconocer el lugar donde está ubicado por los dos grandes arcos redondeados que dan a la Löwengasse y por el patio interior. No es más que una habitación con mucho colorido y vegetación, con una pequeña galería, a la que se puede acceder por una escalera de caracol. Los ladrillos de vidrio incrustados en el suelo sirven de fuente de luz adicional para el pasillo subyacente de la casa. Los diversos colores en el techo marcan la dirección en la que se encuentran los apartamentos y el pasillo de arriba.


“Los árboles inquilinos”
Para Hundertwasser, la vegetación era una amiga y compañera del ser humano, a la que había que tratar como tal. Lo que se le arrebataba a la Naturaleza en forma de calles y edificios se le debería devolver mediante el ajardinamiento de dichas superficies. Por ello, les otorgaba una posición especial, no están sobre un techo o sobre una terraza, sino que crecen desde el interior de la casa hacia fuera, convirtiéndose en coinquilinos. El alquiler lo pagan siendo útiles, purifican el aire, producen oxígeno, mejoran el microclima y dan vida y adornan la fachada.

 
Un visita obligada en la blanca capital imperial.

“La línea recta es atea. La línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no corresponde al ser humano como imagen de Dios”.
                                                                                              Friedensreich Hundertwasser

 
Más información en:

Hundertwasser-Krawina . Disponible en: http://www.hundertwasser-haus.info/

 
 

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