martes, 8 de marzo de 2011

8 MARZO: DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


No he podido dejar pasar la ocasión que brinda la conmemoración del 100º Aniversario del Día Internacional de la Mujer; pese a que no me es grata la necesidad de la existencia de este día. Sueño con el día en el que la igualdad entre hombre y mujer sea la normalidad y, como dice el popurrí de la comparsa 'Las locuras de Martin Burton': “Loco porque […] se respete a la mujer / sin necesidad de leyes/ por derecho propio”.

Hace un año asistí a una conferencia, pronunciada por el arabista Rafael Valencia Rodríguez, que me reveló una faceta, desconocida para mí hasta el momento, acerca de la figura de Averroes como pensador progresista y, sobre todo, como defensor de los derechos de la mujer.


Este jurista y filósofo nació en Córdoba y vivió en el siglo XII (1126 – 1198). En esta época, tanto Al-Andalus (España y Portugal islámicos) como el Magreb estaban gobernados por la dinastía bereber de los almohades.
Se distinguió como un excelente jurista y desempeñó el cargo de juez mayor (cadí) en Sevilla y en Córdoba. Asimismo, fue médico de cámara de los califas y su fama en Occidente se debe a su prolífico legado filosófico, aparte de la redacción de diversos tratados sobre Medina, Derecho y Astronomía. De este modo, comentó a diversos autores griegos y árabes, lo que le confirió el título de “El Comentador”.

Atendiendo al tema que nos ocupa, destaca su obra “Exposición de la ‘República’ de Platón”, donde, entre otros temas, pone de relieve el problema de una educación insuficiente e inadecuada dada a la mujer; en vez de que posea una naturaleza inferior o más débil que el hombre.

A continuación, paso a incluir parte del texto mencionado:

Sabemos que la mujer, en tanto que es semejante al varón, debe participar necesariamente del fin último del hombre, aunque existan diferencias en más o en menos; esto es: el varón es más eficaz que la mujer en ciertas actividades humanas, pero no es imposible que la mujer llegue a ser más adecuada en algunas ocupaciones, sobre todo en las referentes a la práctica del arte musical. Por esto se dice que resulta mejor cuando el hombre compone las melodías y las mujeres las interpretan.

Si la naturaleza del varón y de la mujer es la misma y toda constitución que es de un mismo tipo debe dirigirse a una concreta actividad social, resulta evidente que en dicha sociedad la mujer debe realizar las mismas labores que el varón, salvedad hecha de que son en general más débiles que él. Sin embargo, la mayor parte de las mujeres son más hábiles que los varones en actividades como el tejer, coser y otras artes, así como por su forma de organizar, tanto en el arte de la guerra como en el resto, y así se ha comprobado entre los habitantes del desierto y en la Ciudad de la Mujeres.

Del mismo modo, cuando algunas mujeres han sido muy bien educadas y poseían disposiciones sobresalientes, no ha resultado imposible que lleguen a ser filósofos y gobernantes. Pero se cree que pocas veces se da este tipo en ellas, y algunas leyes religiosas impiden que las mujeres puedan acceder al sacerdocio; otras, por el contrario, sí reconocen que pueda existir, pero lo prohíben.

Puede aclararse todo esto comparándolo con lo que conocemos de los animales, a saber: que existen hembras guerreras; nos referimos a los animales que antes hemos comparado con los guardianes. Así vemos que las hembras del perro cuidan lo mismo que guardan los machos, y espantan a las hienas al igual que éstos. A veces, en algunos casos, bien que raros, la naturaleza ha proporcionado a los machos instrumentos que no poseen las hembras, como en el caso del verraco. Pero, por lo común, en la mayor parte los instrumentos de lucha son comunes a los machos y a las hembras, lo que quiere decir que la hembra también realiza esta actividad combativa. Sin embargo, en estas sociedades nuestras se desconocen las habilidades de las mujeres, porque en ellas sólo se utilizan para la procreación, estando por tanto destinadas al servicio de sus maridos y relegadas al cuidado de la prole, a su educación y crianza. Pero esto inutiliza sus otras posibles actividades. Como en estas comunidades las mujeres no se preparan para ninguna de las virtudes humanas, sucede que muchas veces se asemejan a las plantas en dichas sociedades, representando una carga para los hombres, lo cual es una de las razones de la pobreza de dichas comunidades, en la que llegan a duplicar en número a los varones, mientras que, al mismo tiempo y en tanto carecen de formación, no contribuyen a ninguna otra de las actividades necesarias, excepto en muy pocas, como son el hilar y el tejer, las cuales realizan la mayoría de las veces cuando necesitan fondos para subsistir.

Todo esto es evidente per se. Así las cosas, y en tanto que es evidente en el caso de las hembras que comparten con los machos la lucha y lo demás, conviene que a la hora de elegirlas busquemos las mismas condiciones naturales que consideramos en los varones, por lo que deben ser educadas del mismo modo por medio de la música y la gimnasia.

Si bien hay frases que pueden chirriar en los oídos de las mujeres del s. XXI, no podemos olvidar que este documento data del s. XII: pensamiento absolutamente heterodoxo para la época, que le costó el destierro a Lucena (Córdoba) y la prohibición de sus obras, por parte del fundamentalismo almohade.

Como pequeño homenaje a la mujer, parafrasearé a este transgresor filósofo:
“Una sociedad que esclaviza a sus mujeres es una sociedad destinada a la decadencia".

Esforcémonos en construir una sociedad en la que no existan desigualdades de ningún signo y en evitar convertirnos en las peores enemigas de nosotras mismas, sucumbiendo a los imperativos machistas.
Lejos de parecer una feminista a ultranza, solo defiendo la igualdad y me niego a utilizar las malas artes femeninas, en detrimento de los verdaderos valores que posee la mujer. Simplemente, demostrar nuestra valía a través de nuestras habilidades intelectuales y emocionales.