Esta niña, que hubiese tenido un futuro muy prometedor como escritora, vio su vida truncada con el estallido de la II GM. En 1933, Ana y su familia emigraron a Ámsterdam, donde su padre creó una empresa de venta de pectina (gelificante con que las amas de casa pueden hacer mermelada).
Tras recibir la citación para viajar a un campo de trabajo en Alemania para Margot, se ocultaron en un escondite ("anexo o "la casa de atrás") tras la fábrica, ayudados y protegidos por cuatro oficinistas de la empresa de Ottos, su padre.
Un chivato los descubrió (después de dos años ocultos) y sólo el padre de Ana logró sobrevivir. Ana y su hermana murieron víctimas del tifus, pocos días antes de que el campo de concentración de Bergen-Belsen fuese liberado.
Recuerdo el momento en el que tuve entre mis manos su diario, regalo de mi madre cuando tuve 12 años. Luego, le siguió "El Diario de Zlata". Ambos me marcaron...
El 12 de junio de 1942, Ana Frank cumplía trece años. Sus padres le regalaron un diario de tapas rojas a cuadros, el obsequio más preciado. «Espero poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, y espero que seas para mí un gran apoyo,» según escribió Ana en su diario ese mismo día.
Os emplazo a que visitéis la interesante página dedicada a esta desdichada niña, damnificada de la atrocidad de la guerra y la sinrazón de un psicópata.
1 comentarios:
Algunos dudan de la veracidad de esta historia tal y como está reflejada. No obstante, eso no importa; efectivamente, hubo un psicópata, con un buen porcentaje de seguidores, que inició muchas desgarradoras historias que pueden reflejarse en este diario. Aunque desgraciadamente, fueron todavía peores.
Todavía algunos dicen "si volviera Franco". Pues seguiría siendo un golpista, dictador y asesino.
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